Cantaré a Di-s - sólo a Él, ¡porque
no hay otro fuera de Él!
Pues Él es grandemente ensalzado - sólo Él es exaltado con desmesurado orgullo. No así el hombre, cuyo orgullo lo degrada. Aunque pretenda elevarse a los cielos, termina descendiendo al abismo.
“Al caballo” - símbolo de fuerza y poder entre las criaturas de la tierra...
“y a su jinete” - el hombre que se enorgullece por su dominio sobre las fuerzas de la Creación.
Pero, ¿quién es el hombre y qué es su
orgullo, vano orgullo, frente a la fuerza de una de las creaciones de Di-s, el
poder del mar embravecido?
“Arrojó al mar” - El ha arrojado al hombre junto con su orgullo al mar, como quien alza un objeto liviano y lo lanza hacia abajo nuevamente [esto explica las diferentes expresiones utilizadas en hebreo: ramá baiám, literalmente "los levantó en el mar", y iará baiám - "los lanzó (hundió) en el mar"].
¿Qué representa la fuerza del mar
embravecido, con sus poderosas olas, en la presencia de los amados hijos de
Di-s? Aunque las profundidades del océano emergen y hierven amenazando con
inundar toda la creación, un mero soplo surge de Sus narices e inmediatamente
las aguas se apilaron - como si fueran arena y no agua, y las
corrientes que fluían quedaron erectas como una pared - como si fueran
bloques de hielo y no hirvientes corrientes de agua.
Las aguas profundas se congelaron en el corazón del mar - las profundidades del mar no se secaron, sino que continuaron fluyendo como lo habían hecho desde la Creación, pero cuando alcanzaban el nivel de los pies de aquellos amados por Di-s, ahí se congelaban, en el corazón del mar.
- Selección extraída de Nosotros y el
tiempo - Sefer Hatodaá. Por el Rabino Eliahu Kitov -
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